La Vida

El judaísmo es una filosofía de vida y como tal su valor supremo es la vida.
En la Torá, Di-s nos dice:

"Pongo delante de ti la bendición y la maldición, la vida y la muerte, ¡Escoge la vida!"

Maimónides explica lo siguiente: "La vida humana es sagrada y tiene un valor supremo e infinito. La vida es el bien supremo de la existencia humana. La Ley Divina fue puesta tan solo para que el hombre viva de acuerdo a ella. De ahí que cualquier mandamiento religioso o ético quede automáticamente en suspenso cuando entra en conflicto con los intereses de la vida humana".

¿La vida está sobre todo?

De aquí podemos destacar diferentes conceptos:

Por un lado, como la vida tiene un valor infinito, cualquier fracción de vida, se trate de un segundo o de una hora tiene el mismo valor que por ejemplo 70 años de vida. Así como cualquier fracción de infinito, sigue siendo infinito. Por la misma razón, una vida vale lo mismo que millones de vidas, porque lo infinito no aumenta al multiplicarlo, sigue siendo infinito.

Por otra parte, el Rambam nos esta indicando que cualquier mitzva (precepto) que ponga en peligro la vida queda anulada para preservar la vida. Por ejemplo: Si en Kipur, el día más santo del año, una persona corre peligro de vida, tiene la obligación de comer. Hay 3 excepciones en las cuales uno debe dar la vida:

1. Contra Di-s: Idolatría.
2. Contra el prójimo: Asesinato.
3. Contra uno mismo: Inmoralidad (adulterio).

La Torá nos revela qué tan grande es el valor de un momento de vida: en ella, Di-os nos aconsejó guiar nuestra vida por medio de 613 preceptos. Por lo recién explicado, si inclusive una persona se encuentra con su vida casi consumada pero es posible alargarle la vida un mes, un día, una hora o tan solo un instante, por medio de que algún judío transgreda 610 mandamientos de la Torá... ¡es su obligación transgredirlos!

Es más, si la única forma es que todos los judíos de todos los países transgredan estos 610 mandamientos para que esta persona tenga SOLO UN RESPIRO MAS DE VIDA es nuestra obligación llevar esto a cabo, ya que la Torá fue hecha para que el ser humano viva. (Rabino Ezriel Tauber).

Por otro lado, es por eso que si uno le quita a alguien un momento de vida, aún de una persona que esté en su lecho de muerte, es un asesino; pues no se le quita un momento, se le quita el potencial de una vida eterna.

Cada fracción de vida implica un desafío
La palabra Olam, mundo, significa escondido, oculto. El mundo, en esencia, es un lugar donde Di-s se oculta a sí mismo y el desafío de la vida es descubrirlo. El motivo por el cual Di-s se ocultó a Sí mismo es para darnos libre albedrío. Para poder elegir, la persona tiene que estar entre elecciones opuestas.

El libre albedrío es necesario porque nos da la oportunidad de descubrir a Di-s por nuestra propia voluntad, ya que así nos ganamos la oportunidad de conocerlo. Cada instante es un desafío de libre albedrío, cada instante es vida eterna.
Cuando nuestra vida tiene una meta, entonces cada momento, cada medio, se convierte en un fin por sí mismo.

La Torá nos da la oportunidad de hacer que cada momento tenga su propósito.

Para entender un poco más el valor de cada instante de la vida, veamos el siguiente relato:

"Hubo una vez un hombre llamado Elazar ben Durdaya quien dedicó su vida a perseguir placeres incorrectos. Un día, una mujer le dijo que su Di-s nunca lo aceptaría. Algo prendió dentro de él. En un momento de profundo remordimiento, corrió, se alejó y se sentó en una piedra; puso su cabeza entre sus rodillas y comenzó a llorar desconsoladamente, hasta que, su alma se separó de su cuerpo. Una voz del cielo dijo: "Feliz es tu dote Rabino Elazar ben Durdaya. Acabas de obtener el mundo eterno".

Hacía sólo un momento que Elazar ben Durdaya vivía en un gran error; y en el siguiente momento no sólo se ganó su máxima recompensa sino que además se ganó el título de Rabino.

Como Rab Elazar ben Dudaya se arrepintió al último segundo de vida, podríamos pensar que su vida verdaderamente tuvo valor su ultimo segundo de vida. Pero la Torá considera a su vida como si hubiera sido 90 años Rabino.
¿Cómo es esto posible? Rab Elazar alcanzó el amor a Di-s solo cuando dejó de preocuparse en sus propios placeres personales e inmediatos, cuando dejó de lado el egoísmo. No tenía un segundo de edad cuando murió, tenía 90 años de vida. Utilizó un solo momento para cambiar su vida entera."

Sufrir la muerte... o sufrir la vida
Supongamos que alguien que cometió un delito gravísimo y le dan para elegir: morir en un instante o padecer sufrimientos y amarguras permanentes de aca en adelante. ¿Qué elegiría?

El judaísmo enseña que es preferible vivir, aunque uno sufra, que morir. Porque cuando no hay vida, no hay esperanza, uno no tiene más lo que hacer. En cambio mientras hay vida, siempre existe la posibilidad de cambiar, de volver a realizarse.

La eutanasia

Siempre que hay vida hay esperanza. Di-s da la vida, por ende, si una persona aun tiene vida, por más de que clínicamente tan solo le queden minutos de vida, es porque todavía tiene una misión por cumplir. Si vivimos, por más de que tengamos sufrimientos, debemos estar concientes del regalo que tenemos: seguir viviendo. Saber esto genera automaticamente alegría en nuestro ser.
Es por el valor de la vida que el judaísmo prohibe la eutanasia activa, es decir, el interrumpir un tratamiento a un enfermo terminal como ser quitarle el respirador o dejar de administrarle medicamentos.

¿Y la donación de órganos?

La posición del judaísmo en cuanto a la donación de órganos es tan compleja como el asunto de la vida y la muerte, ya que deriva directamente del concepto de la santidad de la vida y el rol que nuestra existencia física juega en el desarrollo de nuestros seres espirituales.

Por otro lado, la ley judía prohibe profanar el cuerpo de un muerto (nivul hamet). Por cuanto que el cuerpo de una persona muerta tuvo alguna vez dentro de sí un alma sagrada, debe ser tratado con el máximo respeto. Cada parte del cuerpo debe ser enterrada y esta es la razón por la cual a veces vemos imágenes de gente religiosa recolectando las diferentes partes de los cuerpos de gente asesinada en ataques terroristas.

Entonces, si por un lado es bueno donar órganos y por otro lado no podemos profanar un cuerpo sin vida, ¿cómo podemos conjugar estos dos valores?
La donación de órganos sólo es permitida en casos donde el órgano en cuestión es requerido para un transplante inmediato y específico. En tal caso, es una mitzvá muy grande para un judío el donar su órgano para salvarle la vida a una persona. Sin embargo, en cuanto a la prohibición de profanar el cuerpo, está prohibido donar simplemente a un "banco de órganos" donde no hay un receptor específico e inmediato.

La donación de órganos no está limitada a gente que ha muerto: alguien que esté dispuesto a donar su hígado a alguien que lo necesite, por ejemplo, también puede hacerlo. Cabe aclarar que en todos los casos se trata de órganos que no pongan en peligro la vida del donante. Más aún, está también prohibido donar órganos para la realización de investigaciones medicas

Precauciones Imprescindibles

Inclusive cuando existe un transplante específico e inmediato, se necesita tomar precauciones, ya que muchas veces para obtener el órgano lo más fresco posible el médico remueve el órgano antes de que el paciente este "muerto" de acuerdo a la ley judía.

El problema que surge entonces es que cuando la carne se transforma en inerte ya no sirve para transplantarlo. Por ejemplo si el corazón deja de latir por unos segundos, cuando lo transplantamos ya no va a funcionar nuevamente. Hay ideas que intentan imponer que cuando el cerebro perdió sus funciones se lo considera una persona muerta, aunque la persona siga respirando, le lata el corazón y le funcionen los músculos. Entonces, el médico estaría matando al paciente, lo cual está obviamente prohibido.

Y ESTE CASO ES FRECUENTE EN TODO EL MUNDO.

La realidad es que cada caso es diferente. Un gran número de consideraciones halájicas deben ser revisadas y tomadas en cuenta. Por ende, antes de seguir cualquier procedimiento, recomendamos consultar con alguna autoridad Rabínica EXPERTA en la materia, pues de acuerdo con el judaísmo el procedimiento correcto no es tan sencillo como sellar una tarjeta de donación de órganos.

Como dijimos, el valor de la vida es infinito y cada fracción de vida tiene el mismo valor. Es por ello que, para el judaísmo, no es ético quitarle el tiempo de vida que sea a una persona en estado terminal, con objeto de salvar a otra.
Determinar en forma arbitraria qué vida es más imoprtante que otra, va en contra de nuestra moral.

El Templo de Jerusalem