La Profecia

Sólo el Creador puede predecir lo que deparará el futuro, "pues sólo Él hizo, hace y hará todas las cosas".

El hecho de que tantas profecías bíblicas se hayan vuelto realidad nos demuestra que fue Di-s Quien las pronunció. Su cumplimiento es muestra cabal de que el Creador es el Unico que guía al mundo y lo controla.

Es precisamente la Torá la que describe el método con el cual se prueba a la persona que afirma ser profeta (Devarim 18). Esta es una prueba fehaciente de la veracidad de la profecía.

El Tanaj, nuestra Biblia, es la base misma de la fe judía y contiene profecías acerca del futuro que fueron registradas hace miles de años. Entre ellas encontraremos hitos fundamentales de la historia del Pueblo judío a lo largo de un período de tres mil años, desde el momento en que nos convertimos en una nación hasta nuestros días. Es así como el Tanaj contiene en sí mismo la evidencia de su propio origen Divino, y en consecuencia obliga a toda persona pensante a sacar sus propias conclusiones.

En su surgimiento como nación, el Pueblo judío experimentó la guía de la Providencia Divina. La intervención Divina en los asuntos humanos era manifiesta y tangible. Toda la nación vio con claridad cómo Israel tenía un Di-s.

Pero cuando los judíos comenzaron a desviarse de los caminos de la Torá, la guía Divina adoptó una modalidad diferente, se volvió oculta y encubierta, tal como nos dice la Torá: " "Ese día se encenderá Mi cólera contra ellos y los abandonaré y les ocultaré mi rostro" (Devarim 31:17). Con la llegada de "ese día", el aspecto milagroso de la abierta intervención de Di-s en nuestra historia llegó a su término, para ser reemplazado por una intervención encubierta en el destino del hombre. Esta Providencia encubierta deja lugar al error y las dudas, porque nos da la apariencia de que, Di-s no lo permita, El ha abandonado a Su Pueblo.

A decir verdad, no ha cesado la compasión de Di-s para con nosotros.

Los judíos recibieron cuatro garantías Divinas. Estas, junto con la redención, nos han proporcionado las fuerzas necesarias para sobrellevar los sufrimientos y las privaciones que nos han acosado durante el largo y amargo galut.

Una de estas promesas es que el pueblo judío durará eternamente. Esta gran promesa de existencia eterna para la nación judía constituye uno de los pilares fundamentales de la Torá y la Fé judía.

Di-s hizo un pacto con Su pueblo, prometiéndoles que perdurarían por siempre, y que sus enemigos jamas lograrían destruirlos por completo.

" Es que ni siquiera por todo eso, cuando estuviesen en tierras ajenas, los desecharé totalmente ni Me dejaré llevar por Mi ira para anular mi pacto con ellos, por cuanto Yo soy su Di-s el Eterno" (Vaikrá 26:44)

A pesar de todas las persecuciones que sufrió la nación judía, pudo seguir adelante, incluso disperso por todos los confines de la tierra. Racionalmente es difícil comprender la supervivencia judía a lo largo de la historia.

La materialización de estas promesas absolutas hechas por Di-s a Su pueblo es una de las más increíbles maravillas y milagros de la historia de la humanidad. Israel es un pueblo de la antigüedad, que se transformó en nación hace más de tres mil años. Ellos solos, de todos los pueblos de la antigüedad, sobreviven hasta el día de hoy con su carácter nacional y su propósito intacto, a pesar del exilio y a pesar de haber perdido su soberanía (durante la mayor parte de su existencia) de Eretz Israel.

Este sorprendente fenómeno resulta mucho más significativo si recordamos el amargo y prolongado exilio que ha soportado nuestra nación. Durante este mismo período, las naciones vecinas sufrieron altibajos, se confederaron y se desbandaron, alteraron sus caracteres nacionales a través de la asimilación y la conquista, hasta que por fin naciones enteras desaparecieron de la faz de la Tierra. Unicamente la nación judía ha conservado su fe y su religión intactas. Además, las distintas comunidades judías, a pesar de estar dispersas en todas direcciones, siempre mantuvieron un lazo cohesivo que las unía.

La continuada supervivencia del Pueblo judío es verdaderamente paradójica, especialmente si consideramos que jamás ha habido una generación que no haya enfrentado algún enemigo decidido a destruirlo físicamente, como en el caso del Holocausto Europeo, o de borrar los últimos vestigios del estudio y observancia de la Torá como en el caso de los países detrás de la Cortina de Hierro, hasta no hace mucho tiempo.

Bajo tales circunstancias, no había forma natural de que el Pueblo judío sobreviviera, si no hubiera sido por el hecho de que, tal como lo dice la Hagadá "El Santo Bendito Sea nos rescata de sus manos". Solo la Divina Providencia pudo preservar nuestra nación a través de las generaciones desbaratando los designios diabólicos de quienes se alzaron para destruirnos.

Si tuviéramos que describir todos los peligros que asediaron al Pueblo judío a lo largo de su historia, no terminaríamos nunca. No existe período que no contenga una extensísima crónica de victorias y rescates milagrosos con que Di-s nos salvo de nuestros opresores y potenciales asesinos.

En tales circunstancias, la existencia continuada del Pueblo judío constituye un enigma, que no tiene explicación en las causas naturales.

La única explicación para su rescate esta en la mano extendida de Di-s, que se revelo en estos períodos cuando Él intervino en el curso "natural" de la historia para moldear el panorama de la historia mundial, en conformidad con Su promesa de que Israel y su Torá perdurarían por toda la eternidad.

El Templo de Jerusalem