La Esencia es lo que Cuenta

Rabí Meír dijo: "No observes el cántaro sino lo que hay en su interior"

Es muy común, hoy en día, que por la influencia masiva de los medios de comunicación, nos dejemos llevar por las apariencias. Muchas veces juzgamos a otra persona por su vestimenta o por actos externos y superficiales, pero nos olvidamos de nuestra verdadera esencia, que tiene que ver con aquella conducta que nace de nuestro interior, que es auténtica, genuina.

Rabí Iojanán y Rabí Eliézer dijeron: "En la época del primer Beit Hamikdash, los pecados les fueron revelados y su final (el exilio) les fue revelado. En la época del segundo Beit Hamikdash, sus pecados no les fueron revelados y su final (el exilio) no fue revelado".

El gaón de Vilna explica en su Jidushei Agadot que durante la época del primer Beit Hamikdash sus pecados provinieron de una fuente externa. Fueron "revelados", obvios, porque eran externos, y su espiritualidad interior esencial no fue afectada por los mismos. Así, a pesar de haber cometido pecados muy serios, dado que no tuvieron origen en su naturaleza interna y sus corazones permanecieron puros, su castigo también fue externo; no fueron exiliados indefinidamente. Después de setenta años fueron redimidos y pudieron reconstruir el Beit Hamikdash.

No obstante, como la Guemará nos cuenta en Iomá, aunque durante la época del segundo Beit Hamikdash los judíos cumplieron la Torá, fueron castigados por el pecado de sinat jinam, odio gratito. Esta clase de pecado, explica el Gaón de Vilna, es resultado de un odio que se filtra adentro de las profundidades mismas del alma de una persona. Por esta razón, "su pecado no fue revelado"; no era aparente, puesto que era una falta muy arraigada. Dado que afecto su espiritualidad interna, su castigo fue mucho más severo.

Aquí descubrimos una diferencia esencial entre varios tipos de transgresiones. Una persona puede cometer un pecado motivada por sentimientos muy arraigados y corruptos, el pecado es parte integral de su ser. Por otra parte, hay clases de pecados más superficiales que no tienen conexión interna; son meros revestimientos, por así decirlo; el alma permanece intacta e inmaculada.

Extendiéndonos un poco más allá, podemos aplicar el mismo principio a las buenas acciones. Una acción puede reflejar el alma interna de una persona y conmoverla, o bien el acto superficial y no queda sino una capa externa, que tiene poca conexión con los sentimientos más profundos de uno.

Esta lección fundamental es un concepto que debe guiar y dirigir nuestras acciones hacia la Torá y las mitzvot. Las acciones de una persona son medidas en proporción a la conexión interna con ella y hasta que punto ellas están conectadas con su alma. Las acciones genuinas reflejan los sentimientos más profundos de una persona, mientras que aquellas acciones realizadas sólo exteriormente carecen de verdadero sentido. No son sino una capa externa y no poseen una conexión profunda con la persona.

Aprendamos por lo tanto a realizar mitzvot (preceptos) y maasim tovim (buenas acciones) basados en la comprensión de lo positivo de los mismo y convencidos del bien que nos traen a nosotros mismos y al mundo que nos rodea; y no, D-s no lo quiera, por el "que dirán" o por "quedar bien".

El Templo de Jerusalem