Estar bien con Nosotros Mismos

Los acontecimientos que ocurren en el mundo influyen en nuestra vida personal. Cuando escuchamos sobre accidentes, catástrofes, atentados, etc., caemos en una situación de pánico y terror, que no nos permite tener una vida sana y nos paraliza en un estado de tensión constante, implantada en la sociedad. Este estado de tensión nos compromete en nuestro éxito personal, en nuestra vida. Nuestro estado de ánimo y nuestro estado espiritual, son factores determinantes.

Hoy más que nunca, debemos buscar elementos que ayuden a armonizarnos. Existe un montón de propuestas "marketineras" para armonizarse, pero lo correcto es seleccionar con inteligencia para no caer en el consumismo. En el judaísmo hay muchas propuestas para lograr un estado de armonía. Es muy común buscar la solución en el lugar incorrecto. ¿Qué podemos hacer hoy para vivir más en armonía, para tener más éxito en el trabajo, para rendir más, para relacionarnos mejor con los demás, para aportar más para el crecimiento de este mundo? El estado de tensión genera un círculo vicioso y no permite el crecimiento.

Consejos caseros

El ejercicio físico, no por la belleza física sino para el cuidado de la salud, hace que uno pueda llegar a un estado de armonía mayor que aquel que no practica ejercicio. El mismo mejora el funcionamiento normal del cuerpo, mejorando, entre otras cosas los procesos de pensamiento y digestión. El Rambam sostiene que todos los días debemos ejercitar nuestro cuerpo durante por lo menos una hora. De los contrario, el metabolismo no funciona correctamente y uno se tensiona. Todo lo que tiene que ver con la salud del cuerpo ayuda a vivir en un estado de armonía y, muchas veces, por la tensión, por los nervios, por el trabajo, uno no tiene tiempo; pero al final terminamos deteriorando nuestras ocupaciones y a nosotros mismos. Debemos hacernos tiempo para este tipo de cosas.

La música genera un estado de paz. También armoniza, tranquiliza el espíritu.

Los ruidos y los aromas desagradables pueden resultar elementos perturbantes.

Los colores: Rabí Saadia Hagaón (un sabio que vivió en Babel antes de Maimonides) escribió que de acuerdo a los colores que uno ve, tiene influencia en su estado de ánimo. Por ejemplo: el color rojo es un color excitante, el color verde relaja el espíritu. Es el color predominante en la naturaleza junto al celeste del agua y el cielo. La base de la naturaleza es armonizante.

Entonces observamos como el color, la música, el ejercicio y la comida son elementos que contribuyen para nuestro estado interior.

Dice el Talmud que hay 3 elementos que armonizan el espíritu de una persona:

Una pareja agradable. Que las personas que nos acompañan nos sean gratas. Un hogar agradable: cálido, confortable, sin ruidos. El ruido es un elemento que perturba la mente humana. Buscar la tranquilidad, la paz, el sosiego, hablar tranquilo, no levantar la voz.
Objetos agradables: ropa, cubiertos, el lugar donde uno come, etc.
Todo esto, tiene que ver con lo que podemos hacer físicamente para estar en un estado de armonía. Aportan mucho para la armonía espiritual deseada. Pero su aporte tiene que estar acompañado con lo esencial.

Esto es como un condimento a lo esencial. No nos dejemos llevar por lo que nos venden sino investigamos con los profesionales adecuados y consultemos con nuestra fe, nuestra Torá, que siempre tiene algo para decirnos al respecto.

Profundizando

Hay otros factores que contribuyen a nuestro estado de ánimo y que no necesariamente están relacionados con lo físico. Por ejemplo, el estudio diario ayuda a estar un estado de armonía. Es un momento de concentración en que uno se encierra como en otro mundo y obtiene una tranquilidad transitoria. Así también, el hecho de valorar lo que tenemos, nuestra familia, contribuye a nuestra autoestima.

Hay otros elementos que no tienen que ver con un beneficio personal, sino con el hecho de favorecer al prójimo. Cuando uno ayuda a otra persona, ya sea económicamente, o por medio de un consejo, afecto, etc., en definitiva el que termina beneficiándose es uno mismo. El hecho de ayudar a otro es la mayor satisfacción que puede sentir una persona. Dice la Guemará: "Más de lo que el rico hace por pobre, el pobre hace por el rico". ¿Qué significa? La satisfacción que le generó al hombre que pudo dar es mucho mayor que el dinero que le dio al pobre. No tiene precio esa satisfacción.

Por eso tenemos que buscar siempre la forma de poder favorecer a los demás de la mejor manera posible. Ya que mientras mejor ayudemos más satisfacción y más armonía vamos a vivir. La sociedad erróneamente impone el pensamiento de que al recibir, somos más felices. Pero no es así. Esto no es lo que verdaderamente nos hace felices sino el hecho de dar, y cuanto mejor y más podamos dar, más felices nos vamos a sentir. Este es el mejor consejo de la Torá para vivir en armonía frente a la tensión que estamos viviendo.

Otra cuestión importante que plantea el Talmud es la siguiente: "No hay más grande que aquel que puede dilucidar sus interrogantes"

La persona que tiene una duda, vive con incertidumbre, ansiedad. Es por ello, que debemos tratar de buscar respuesta a nuestras inquietudes. Mismo, si uno tiene alguna duda sobre el judaísmo, si le inquieta, existe siempre la posibilidad de encontrar una respuesta, buscando en las fuentes apropiadas.

Por otra parte, debemos valorar lo que somos, nuestras buenas acciones, las personas que tenemos a nuestro lado. Muchas veces el materialismo terrenal invade nuestra mente. Pensamos que si poseemos, estamos tranquilos. Estamos en una búsqueda constantes de posesiones materiales. Dice el Talmud: " Marve nejasim, marve deaga" (Cuanto más propiedades y objetos materiales, más preocupaciones tenemos). En realidad, cuanto más elementos poseemos, más complicaciones tenemos. Uno tiene que buscar materialmente lo que necesita, lograr un equilibrio, pero no generar necesidades ficticias.

Tenemos que apuntar a valorarnos a nosotros mismos, a vivir en un estado de paz, ayudar, buscar todo tipo de mecanismos, hoy más que nunca, para estar más feliz. Por sobre todas las cosas, tener siempre presente la ayuda al prójimo. Esperemos que así podamos contrarrestar los efectos de la sociedad que hoy nos toca vivir y que de esta fuerza que nazca de nuestra reflexión, podamos contribuir para el cambio de un país mejor y para el cambio de un mundo mejor.

El Templo de Jerusalem