Adiccion Religiosa

Cuando una persona cae en una adicción a la religión (cristiana, falso judío, falso mesiánico, falso noajismo, etc) existen muchas y diversas causas pero entre ellas la más importante es por su mal estar interior. Esto es consecuencia de la incapacidad, que siente de ser, actuar, pensar, y hacer de acuerdo a una expectativa equivocada de vida.

Esa expectativa puede ser consecuencia de errores ajenos como por ejemplo las obligaciones impuestas por la familia intentando buscar repuestas de su parte no coincidentes con su capacidad o temperamento o bien puede haber recurrido a la religión por una intima personal y muy fuerte insatisfacción consigo mismo.


En uno u otro caso, el adicto recurrió a las religiones como una salida, un escape o un maquillaje a su propia personalidad. Estaba sufriendo por su incapacidad de ser lo que los demás pretendían o el mismo se imponía. Existían entonces en el momento de integrarse a la religión, motivos importantes que explicaban su decisión, era entonces un individuo que sufría esos motivos.


Las religiones ahora le ofrecen una falsa satisfacción. Encuentra en ellas argumentos y disfraz, pero nada ha cambiado desde que se inicio en la religión hasta ahora. Por el contrario las dificultades comenzaron a crecer, son mayores y distintas al mal estar interior inicial se le han sumado los profundos vacíos que encuentra entre reunión y reunión.


Vale la pena estudiar que esta pasando biológicamente con la química cerebral del adicto, ya no encuentra la eficacia inicial y ahora además se siente perseguido, se siente culpable de su debilidad inicial y también de su debilidad por las religiones.
Está viviendo en un espiral de insatisfacción constante pero creciente.
Esta persona no dispuso antes de voluntad suficiente como para corregir aquellos problemas, sólo intento refugiarse el muy frágil alivio que le brindó las religiones.

Notese que no hablamos aqui de aquellos que formaron parte de una religión durante un corto plazo, sino de aquellos que han sido parte de muchas religiones. Incluso habiendo conocido su verdadera identidad espiritual insisten en promover sus argumentos de lo que ellos creen que debe ser el plano espiritual de cualquier ser humano.

Un adicto a las religiones se conoce, entre otras cosas, porque insiste en brindar argumentos para que otros sigan sus pasos y así justificar sus acciones en base a la cantidad de personas que hacen igual que él. Incluso es un comportamiento característico del adicto a las drogas.

Al igual que en el mundo de las drogas, estos adictos a la religión piden dinero para sus viajes “espirituales”, para reunirse con tal o cual líder religioso (rabino, pastor, clérigo, etc), y promete que eso será de bendición para ellos.

Del mismo modo, si se les niega el dinero, la ayuda, o el favor que precisan, no les temblará la mano para señalar de traidores a quienes con firme convicción les dice “NO!”.

Igualmente, los adictos a las religiones tildaran de “fanáticos” a quienes frenan sus acciones a través de argumentos que se fundamentan en la Ley. Por ejemplo: “fulano es un fanático porque ni siquiera es capaz de considerar la idea de estudiar aunque sea un poquito de judaísmo”. Un adicto a las drogas diría algo como: “¿Cómo sabes que la cocaína es mala si no eres capaz de consumir aunque sea un poquito?”

Lo mejor que se puede hacer con aquellos adictos a las religiones es hacerles saber que tienen problemas con ello, y que deberían buscar ayuda URGENTEMENTE.

Así mismo es un deber vivir una vida saludable, basada en una dieta acorde a nuestra naturaleza espiritual.

El Templo de Jerusalem