Infierno

Sobre el concepto del infierno (cuando se lo menciona dentro del marco ideológico judío tradicional)

Como un breve resumen: el infierno así como el paraíso son el resultado directo de nuestras acciones en vida. Cuando las conductas prevalecientes son antagónicas a lo que el Eterno ha ordenado, menor placer recibirá el espíritu del difunto. Llegándose al punto en el cual el placer se torna en displacer.
Gracias al Cielo, el máximo período de penurias de ultratumba es de 11 meses (terrestres), tras de los cuales el espíritu es restituido a su pureza original, retomándose la capacidad de gozar de la divina Presencia eternamente.
Aquellos pecadores-rebeldes empedernidos que colmaron la medida de la divina Misericordia tienen una existencia-sin- ser-eternamente (ejemplos: Amán, Faraón, Hitler, Arafat, Bin Laden, Stalin, Jesús, Pablo el de Tarso, Torquemada, entre otros distinguidos con este dudoso honor). En estos casos se podría hablar de tormento eterno, pero realmente son los menos los que llegan a este límite de vida pecaminosa y que lleva al descarrío de otros. Si quiere comprender qué es esta "existencia sin ser" encontrará su descripción en alguno de los textos que le he mencionado para que lea.

Pasemos ahora a los versículos que a usted inquietan.

"Porque desde ayer está dispuesta hoguera, también para el rey ha sido preparada, profundizó y ensanchó; su pira es de fuego y leños abundantes. El aliento del Eterno como torrente de azufre, arde en ella."
(Ieshaiá / Isaías 30:33)

Donde está traducido "hoguera", en el hebreo original dice tofté. Usar tófet en ese lugar, es otro de los tantos errores (¿?) de la Reina Valera.
Tanto tofté como tófet (en Iyov/Job 17:6) significan hoguera, fogata, pira, conflagración; y metafóricamente se utilizan como infierno o averno (tal como en español podemos decir por ejemplo: el infierno que cayó del cielo en Hiroshima).
La voz Tófet es usada también en el Tanaj para indicar el nombre del horno utilizado para la adoración idolátrica de ígneas deidades sanguinarias, tales como Molej/Moloc, según leemos: "También profanó el Tófet, que estaba en el valle del hijo de Hinom, para que ninguno pasase por fuego a su hijo o a su hija en honor a Moloc." (2 Melajim / II Reyes 23:10).
Ahora bien, ¿qué dice la profecía en Ieshaiá 30:33?
Si leemos el contexto la idea es muy sencilla: vendrá el día de la retribución contra el rey de Asiria y sus huestes, cuando el Eterno los hará pagar por todos sus crímenes y maldades. En ese momento serán derrotados, abatidos y extinguidos, como si fueran devastados por el voraz fuego de las hogueras ardientes. Senaquerib rey de Asiria no escapará del tormento que él mismo se ha preparado.
¿Nos habla este versículo de un lugar espiritual llamado Infierno?
No necesariamente, pues su alegoría ligada a lo histórico es bastante evidente.

Pasemos al segundo versículo.

"Entonces saldrán y verán los cadáveres de los hombres que se rebelaron contra Mí; porque su gusano nunca morirá, ni su fuego se apagará. Y serán un horror para todo mortal."
(Ieshaiá / Isaías 66:24)

Nuevamente preguntemos: ¿Nos habla este versículo de un lugar espiritual llamado Infierno?
No necesariamente.
Si presta atención se nos habla de personas vivas (los mencionados en el versículo anterior, y en el final de este mismo versículo) que salen a los campos y contemplan los despojos de los cadáveres pútridos (como quemados por la putrefacción), y como los están comiendo el gusano voraz.
Estos horrorosos cadáveres son de los que mueren en la batalla en rebelión contra Dios e Israel (vea Ieshaiá / Isaías 66:15-17), los caídos en la batalla de Gog y Magog.
Si es así, si es solamente una imagen de muerte y podredumbre, ¿por qué dice que "su gusano no morirá ni su fuego se apagará"? ¿Acaso esas imágenes no nos dan una idea de tormento eterno?
La respuesta nuevamente es muy simple: ni el gusano ni la podredumbre desaparecerán de la memoria de los que lo verán, y de aquellos que supieron de estas descripciones. Y tampoco serán borradas de la perfecta y perenne memoria del Eterno, que guarda fiel recuerdo de cada acto, pensamiento, suceso.

Así que en definitiva, ambos pasajes NO describen el famoso infierno de fuego y azufre; sino otro infierno, uno que es mucho más verdadero y real, más próximo y letal: el de vivir en pos de lo erróneo, y morir sin retornar al sendero del Bien haciendo teshuvá (arrepentimiento total y sincero, y un compromiso de vida en positivo).

El Templo de Jerusalem